Yo era una chica normal, sencilla, joven e independiente. Hacía mi deporte, quedaba con los amigos, disfrutaba de mi familia, de los viajes, del mar, la lectura, la música…
Me dedicaba a mi trabajo, soy auxiliar de enfermería, y trabajaba para la ayuda a domicilio, con personas dependientes, era muy feliz con mi trabajo.
Pero un día del mes de mayo de 2018, en unas vacaciones con mis hermanas, en la playa, me noté un bulto en el muslo izquierdo, por encima de la rodilla, justo en el vasto lateral.
Me extrañó, pero no le di importancia, justo a la semana de finalizar las vacaciones, como me quedaban días, me acerqué a mi médico de cabecera, simplemente me comentó que no era nada, que cómo era joven y hacía deporte sería muscular.
Estuve con antinflamatorios, pero no noté ninguna mejoría, entonces volví a ir al médico e insistía que no era nada, ni una radiografía me quiso hacer.
No lo podía creer, todo de momento se paralizó, la vida de repente me dio tal tortazo que ni lo vi venir. No era justo que algo así pudiera sucederme.
A los meses regresé porque tenía el bulto más grande y los dolores fueron a más, para ese día ya no estaba mi doctora, sino una sustituta, y ya ella sí que me mandó a la unidad del dolor, y allí me mandaron para hacerme una resonancia.
Para ver los resultados de la resonancia ya me derivaron a traumatología, en el Hospital Costa del Sol, en la resonancia ya se veía una masa, al día siguiente me hicieron una biopsia, y tras analizarla me dieron la peor noticia que a una persona se le puede dar, “tienes un sarcoma de grado 4 en partes blandas”.
Al darme los resultados, la doctora quiso hacerme un TAC, para descartar que tuviese alguna otra lesión en otra parte del cuerpo, y tras el TAC se apreciaron nódulos pulmonares en el pulmón izquierdo, y me dijo que no había tratamiento para ello.
No lo podía creer, todo de momento se paralizó, la vida de repente me dio tal tortazo que ni lo vi venir. No era justo que algo así pudiera sucederme.
Así sin más y qu no hubiera tratamiento después de tantos avances. No era justo que por ser joven descanten que no padezcas nada sin pruebas complementarias, se podría haber cogido a tiempo. Me dieron una noticia un 19 de marzo de 2019. De todo esto pasé un año de sufrimientos, dolores, de incertidumbre. No es justo.
La cirujana me dijo que me operaba la pierna así sin tratamiento previo, por el dolor que estaba soportando, pero antes de eso me mandó una cita con el servicio de oncología, cuando iba de camino a esa cita me llamaron para decirme que me operaban la pierna al día siguiente, pero al llegar a mi cita con la oncóloga, ésta misma me dijo que no, que la cirujana no me iba a operar, y llamó en ese mismo momento para anular la operación, y preparando papeles para derivarme al hospital Virgen del Rocío, pues ya se había puesto en contacto con ellos y les había contado mi caso, y que tenía tratamiento allí para lo que yo tenía, había un centro de referencia, formado por un equipo multidisciplinar en tratar estos tumores malignos.
Todo en Sevilla fue más fluido, me llamaron al día siguiente dándome cita con el servicio de oncología del Hospital Virgen del Rocío.
Allí me atendió el doctor Javier Martín Broto, y me explicó la situación real de lo que había, que tenía un tumor ya de 13x12x10 cm, y que se contaban nódulos pulmonares, que ya estaba viajando por mi cuerpo y que ponerse manos a la obra de inmediato.
Me explicó que tratamiento constaba de dos partes: uno intravenoso cada quince días (inmunosarc) y otro oral, una pastilla diaria que fuese tomada a la misma hora del día (sunitinid), que si estaba de acuerdo, entraba en un ensayo clínico.
Que en un principio no se podía operar, pues no serviría para nada, habría que esperar la efectividad del tratamiento.
No dudé en ponerme en sus manos, él descolgó el teléfono y comenzó todo.
A la semana siguiente ya comencé el tratamiento.
Fue un año muy duro, muchos síntomas, mucho malestar… no sabía que el cuerpo humano pudiese aguantar tanto dolor físico y emocional.
Después del año con el tratamiento y sus respectivas pruebas, llegaron las intervenciones.
La primera fue la pierna, cincuenta puntos que conllevó una reconstrucción del cuádriceps y limpieza de la zona. Con una recuperación muy intensa, larga y muy dolorosa, que me derivó a una rehabilitación de dos meses, con muchos dolores para volver a doblar la rodilla.
Cinco meses después de la operación de la pierna me intervinieron del pulmón, cuya rehabilitación fue menos complicada.
En la primera revisión de la pierna después de la operación apareció un nuevo nódulo, y el equipo no dudó en quitarlo de inmediato, pues ya estaba derivando a fuertes dolores, éste estaba en el hueco poplíteo, la recuperación fue bastante más complicada, pues tenía fuertes dolores y muchos calambres, por lo que tuve que tomar una medicación fuerte para estos dolores, ya que no me dejaban dormir.
Hoy día sigo en tratamiento y las pruebas siguen estables.
Sólo puedo dar las gracias al equipo médico que ha estado detrás, muy pendiente de mi caso, al doctor Martín y la doctora Hindi, al cirujano que me operó, el doctor, Beneit Hernández, el personal sanitario.
Ni vidas tendré para agradecerles la labor tan grande que hacen.
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